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San José: esposo de María y padre adoptivo de Jesús
San José ocupa un lugar privilegiado en la historia de la salvación: fue el esposo fiel de María y, en virtud del designio divino, el padre adoptivo de Jesús. Su figura, discreta pero decisiva, ha cobrado un nuevo protagonismo en el magisterio del Papa Francisco y en la espiritualidad del Opus Dei.
La visión del Papa Francisco
- Custodio silencioso: El Papa Francisco destaca a San José como el guardián de la Sagrada Familia, un hombre de acción humilde que vela cada día por el crecimiento espiritual de María y Jesús.
- Modelo de obediencia: Ante la llamada amorosa de Dios —manifestada en sueños y signos— San José confió sin dudar, obedeciendo con prontitud y valentía.
- Padre tierno y protector: Aunque no pronunciara palabras en los Evangelios, su presencia transmite ternura y fortaleza. Francisco invita a los creyentes a verlo como intercesor y guía en momentos de confusión o temor.
El enfoque del Opus Dei
- Santificación del trabajo: San José, artesano de Nazaret, convierte el oficio cotidiano en vía de santidad. El Opus Dei enseña que el esfuerzo diario, realizado con amor a Dios y al prójimo, eleva el trabajo humano a acto de entrega divina.
- Vida oculta y orante: Al igual que cultivó la intimidad familiar en privado, promueve el valor del recogimiento interior y la oración silenciosa, fuente de fuerza espiritual.
- Paternidad espiritual: Más allá de la descendencia biológica, su papel inspira a toda la comunidad cristiana a acoger a Jesús en el propio corazón y a guiar con humildad y entrega.
¿Cómo imitar a San José hoy?
- Confianza filial: Aprendamos a abandonarnos a la voluntad de Dios, como él lo hizo ante cada desafío.
- Servicio humilde: Valoremos las tareas sencillas de cada día, ofreciéndolas con amor y dedicación.
- Protección silenciosa: Cuidemos a nuestra familia y amigos con discreción, sin buscar reconocimiento.
- Oración constante: Dediquemos momentos de silencio para escuchar la voz de Dios y seguir sus indicaciones.
San José nos enseña que la grandeza reside en la fidelidad cotidiana: en la palabra cumplida, el trabajo honesto y el amor silencioso. Sigámoslo como modelo de paternidad y santidad práctica, invocándolo en nuestras necesidades y agradeciendo su intercesión en cada paso de nuestra vida.
NÉSTOR GERMÁN FRANCO LIGARRETO
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